Manuel Adolfo Ramos Topham

Su historia

Viví en Las Palmas hasta los 16 años. Luego me fui a Estados Unidos a terminar los dos últimos años del colegio. Continué los estudios en la Universidad de San Luis, primero, durante los dos primeros años, en Madrid y luego terminé en Missouri. Inmediatamente después hice un MBA en la misma Universidad.
Esos momentos fueron claves en mi vida ya que había conocido a mi esposa, una mujer peruana con la que llevo casado ya 19 años. Teníamos que decidir si regresar a España o empezar nuestra vida profesional en Perú. Elegimos lo segundo y desde entonces, salvo cinco años que por motivos de trabajo estuve en Ecuador, vivo en esta tierra tan maravillosa.
Los inicios fueron difíciles ya que pasaba de soltero a casado, de dependiente de mi familia a profesional del que empezaba a depender una familia y de vivir primero en España, luego en Estados Unidos a finalmente en Perú. Los tres países son completamente diferentes y cada uno tiene sus encantos.
Los primeros hitos en mi vida fueron mi primer trabajo como asistente de marketing en una empresa local, el nacimiento de mis hijas, haber empezado pronto en mi carrera a enseñar en la Universidad por las noches, el paso de cinco años por Ecuador por motivos laborales, el regreso a Perú, el inicio de los estudios de Doctorado y el haber iniciado, hace algo más de un año un emprendimiento. Esto último es importante ya que desde que empecé mi vida profesional siempre dependí de las empresas para las que trabajé y hoy trabajo para mi. Siempre me pregunté qué hubiese pasado si en vez de dedicarle casi 20 años a los demás los hubiese dedicado a un emprendimiento propio y hoy se está empezando a responder esa pregunta.
Este es el principio de una historia que todavía se está escribiendo y que estoy seguro que me continuará a lugares apasionantes.

Lo que más echo de menos es... Echo de menos, sobre todo a mi familia. Mis padres y mi hermana son fundamentales para mi. Los amigos también les hecho de menos. A pesar de que suelo regresar a casa cada dos años, ya no es lo mismo que cuando era niño. Afortunadamente la tecnología, hoy, permite acercar a los seres queridos. También echo de menos la cercanía y la facilidad que ofrece la isla para los desplazamientos. El orden y la infraestructura de mi tierra la aprecio ahora que ya no vivo en la isla y que he aprendido que no en todos los sitios se tiene al alcance. En ocasiones damos por hecho cosas que en realidad tienen más valor del que les damos a priori. Quedaría muy bien decir que echo de menos la maravillosa comida canaria o las playas pero en realidad me fui muy joven y aprendí a apreciar la buena comida en Perú y nunca supe apreciar las maravillosas playas de nuestras islas.