Ni dieta de la alcachofa, ni dieta del pomelo, ni caros gimnasios, ni padel, ni golf (¡este seguro que no!), ni pastillas quema-grasas que compras a las tantas de la noche en la teletienda. Ahora lo único que necesitas es colgarte un cacharrito, algo más pequeño que una pila de las finas (tipo AAA). Se llama Fitbit ONE (aunque ya le han salido competidores). Es un chivato digital. Tú lo llevas encima, y él se encarga de registrar toda tu actividad, los pasos que das, las escaleras que subes, la distancia que recorres, las horas que duermes, la calidad del sueño y las colorías que quemas de acuerdo a tu perfil personal. Si esto lo combinamos con una aplicación para el iPhone o para el iPad donde puedes registrar lo que comes (qué y cuánto) y tu actividad diaria (qué haces), entonces tenemos los dos platos de la balanza llenos. Sabiendo lo que comemos y lo que quemamos se puede hacer una comparativa muy sencilla para saber si estamos comiendo más de la cuenta.
Adelgazar no es una tarea sencilla para muchas personas (entre las que me incluyo) pero todos sabemos las reglas básicas para no engordar, a saber, comer sano y variado, mejor comer poco y varias veces al día que mucho en solo tres comidas, hacer un poco de ejercicio y dormir adecuadamente. Ese el mantra que se repite para llevar una vida sana. Pero claro, si después de almorzar nos metemos entre pecho y espalda una chocolatina Tirma, después de la cena nos apetece un bol de anacardos y los fines de semana no nos privamos de cervezas y grasas, entonces es cuando la cosa se descompensa y tratamos de ponerle freno con dietas muy estrictas, o cenando un yogur y almorzando cuatro lechugas.
Con este cacharrito (y otros similares) y nuestra voluntad de registrar todas la comidas que hacemos y toda nuestra actividad diaria podemos llevar un control estricto que nos permita conocer nuestro estado físico y mejorarlo. Sí, lo se, estoy fondón y este aparato lo corrobora. Además, camino poco, no voy por escaleras e ingiero más calorías diarias de las que quemo. ¿Resultado?, no solo no adelgazo sino que cada vez cojo más peso, ¡de cajón!.
Además de Enrique Dans (famoso bloguero tecnológico que ya ha contado su experiencia), yo tengo la referencia de un buen amigo. Ayer nos vimos y estaba mejor que nunca. Ha perdido mucho peso y se le ve mucho más saludable. Él era de los que se dejaba ir con el peso, pero recurrentemente se embarcaba en la dieta/secta Atkins para bajar en pocas semanas lo que había subido en los seis meses anteriores. Era siempre un ir y venir de kilos: como mucho, me siento mal, dieta Atkins, tengo el peso que quiero, me relajo, vuelvo a comer mucho, y así una vez tras otra.
Pero desde hace unos meses se ha metido con el Fitbit y me dice que es una experiencia mucho más enriquecedora que cualquier otro método de adelgazamiento que haya llevado. Una vez que superas las primeras semanas coñazo de tener que acostumbrarte a introducir todo lo que comes, después ya se te hace rutinario y salir sin el Fitbit es como salir sin el iPhone, algo impensable. Toda la información se sincroniza de forma automática con el teléfono y con el ordenador y tienes acceso a estadísticas de todo tipo, que te pueden sacar los colores por lo mal que lo haces o que te ponen una sonrisa mientras ves como evolucionas, pero no solo en la pantalla, sino también cuando miras para abajo y ves que esas lorzas empiezan a desaparecer.
A mi me ha convencido, quiero uno, apuntado en la lista de caprichos para cuando vengan tiempos mejores.
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